Tengo fiebre, otra vez, como si fuese una metáfora de lo que viene siendo mi vida en estos últimos meses. Me preguntó qué me esperará después de tanta recaída, y no es por ponerme dramática, que yo estoy perfectamente. O al menos dentro de lo que cabe dadas las circunstancias. Es en el sentido más amplio de la palabra. Supongamos que son cosas de la indisposición, que me hace pensar en cosas que no deberían ser pensadas. De repente me acuerdo de ti más que nunca, y de todo lo que te rodeaba. De aquella tarde de agosto en la que me hablaste de una película sobre una chica francesa extravagante, de pelo corto y sueños inalcanzables. Me dijiste que sería un éxito, y recuerdo que te miré con una incredulidad que no conocía límites. Pero llevabas razón, y es que tú tenías ese don de atisbarlo todo. No te equivocabas y no te equivocaste nunca, ni siquiera en el último momento. Ahora ha pasado tanto tiempo que me cuesta recordar las cosas buenas que han quedado de ti en todos nosotros,sin ser eclipsadas por tu cara B. Cuando dicen que me parezco a ti se declara una crisis existencial aguda dentro de mí y no sé por dónde salir. Nunca he creído en el destino, pero supongo que al fin y al cabo algo influirá en nuestras vidas.

Me pregunto qué hago escribiendo esto aquí, si estaría mejor encerrado en mi cabeza como tantas otras cosas. Si fueran capaces de imaginarlo, si fueras capaz de imaginarlo...

1 comentario:

Adriana Pujol García dijo...

tú y tu puto don para escribir.
Pero me suena a que tienes que contarme algo.
Aqui estoy eh.
Eu amo!