Aunque el Código no hable explícitamente de estas situaciones de desigualdad e incluso evite nombrarlas, está ciertamente al corriente de ellas, acepta regular una sociedad, en la que cada uno las ve y las vive y, por lo tanto, de una manera o de otra, se refiere a ellas casi siempre sólo implícitamente (quizá callando o guiñando un ojo), generalmente para confirmarlas y explotarlas, excepcionalmente para combatirlas o mitigarlas; de una manera o de otra están presentes en los razonamientos del legislador y entre las reglas del Código, aunque formalmente se silencien. No debería ser arduo aceptar este hecho tan característico, pues si sólo pensamos en cuanto vivimos frecuentemente también en nuestras relaciones interpersonales, ¿cuántas veces nosotros mismos estamos ausentes, queriendo con ello señalar una particular presencia?

1 comentario:

deadbeat dijo...

Te quiero más que nunca.