No sabes hasta qué punto duele tu cinismo, tu manía por odiarlo todo, tus reiteradas y vanas quejas. Cómo duele haber aportado todo lo que tenía a cambio de la más tremenda y absoluta nada. Haber perdido tanto, sobre todo a personas, personas mucho más valiosas de lo que vas a ser tú alguna vez en tu vida. Eres incapaz de ver más allá de lo que hay delante de ti, de las mierdas que llegan a interesarte. Y te esfuerzas por la profundidad, y a cada paso adelante que das para alcanzarla te alejas abismal e irreversiblemente, pareces no darte cuenta de que estás rozando ya la idiotez más falseada. Y a mí, o a la persona que intento ser, han dejado de interesarme esas historias de adolescente hormonado. Lo siento.


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