Hay días que son completamente inútiles y que no hacen más que propiciar la entrada en un bucle del que, una vez dentro, es imposible salir. Supongo que influirá el pasar tres horas en el motor de un autobús, y ésta vez sí que puedo decir eso de literalmente. Qué desastre. Pero ahora es mejor no preocuparse más que por encontrar un dichoso justificante. En el fondo todo se reduce a eso, ¿o no?

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