Hoy ha sido uno de esos días que empiezan como uno más pero que, sin llegar a ser consciente, se van sucediendo una serie de hechos que irremediablemente le hacen diferente. Podría hablar en términos absolutos o relativos. Independientemente (de indígena) llegaría al mismo resultado. Es sorprendente la capacidad que tenemos para enjuiciarlo todo. Nos pasamos la vida opinando, dando adjetivos, definiendo, buscando las razones que lo mueven todo. De hecho, parece que si no lo hacemos no estamos viviendo, ya sea por el miedo a lo desconocido, a lo que nos desborda y nos supera, a lo que se nos escapa de nuestro radio de acción que se encuentra bajo nuestro control. Por decirlo de algún modo, quizá lo hagamos para defendernos. La vida, o al menos por la parte que me toca, cada vez se me parece más a uno de los ya famosos viajes en Renfe. Es increible lo que puede ocasionar que algún sujeto presione la alarma de seguridad, quien sabe si por tedio o torpeza. Pero más increible ver cómo la gente desespera a tempranas horas de la mañana un lunes, maldiciendo al individuo que ha hecho que lleguen tarde a sus trabajos o clases. Yo la primera. Pero en fin, la vida no es más que eso, pura casualidad, puro error. Y nada sirve esforzarse para evitarlo si al final siempre sucederá algo extraordinario que cambie el trascurso de los días. Quién sabe si será por esa canción que se reproduce en ese momento, o por esa conversación sustancial e inesperada, o ese mensaje alegrándote la vida, o esos abrazos pasajeros, o esa sonrisa. O será la camisa, que me vuelve tonta. En cualquier caso, hoy decido no darle más importancia a los motivos, a las razones, pero sí a los resultados, a los hechos que al fin y al cabo nos hacen estar vivos. Los acontecimientos que dirigen el rumbo de nuestra existencia (y porqué no el de los sueños). Y de aquí en adelante, que sea lo que tenga que ser.

2 comentarios:

Adriana Pujol García dijo...

Gran entrada, mademoiselle.
Cuenteme, que suceso tan extraordinario ha tenido lugar en su dia.
La amo.

Marina Palacios Lopez dijo...

Hey caramelo, me gusta tu pelo, y tu entrada.