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Recuerdos de ahí afuera y mis padres, que eran (y son, a pesar de mis continuadas quejas) amor y yo les quiero mucho.



Agosto 1989, Mallorca

Mañana tengo un examen de matemáticas que me dolería en el alma suspender únicamente por la obsesión del profesor por complicarlo todo. Yo os juro que me creía capaz de obtener matrices inversas hasta que él apareció en mi vida, que consiguió que mi mente de deshiciera (o al menos, las partes sanas que quedaban en ella) y no lograse atinar a calcular ninguna matriz y, lo que es peor, ningún determinante. Confío plenamente en los autovalores y en el poder de La Fuerza. Y si no es el caso, pues siempre quedará relativizar y autocompadecerme con un "muy bien, Adriana, tú te has esforzado y ésto sóoolo cuenta un 15%".

Me voy a dormir cinco horas y a soñar con que mañana luce el sol (de verdad, sin humo de por medio), yo estoy despierta y mi amado isntructor nos deleita con un examen asequible.

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