Se supone que ya debería estar curada de espanto, pero nada se encuentra más lejos de la realidad. Cuando ya brindaba por mi capacidad de neutralización suceden cosas que me hacen recular, retroceder, caerme de culo sobre aquella montaña de caos e incertidumbre. En el fondo, nada nunca es suficiente. Y la idea más brillante que pasa por eso que hago llamar "mi cabeza" es dejarme comer por la humedad, hundirme en la espesa negrura. Sacar la botella de vodka escondida entre pañuelos y dejarme arrastrar. No me importa el dónde, siempre que se me permita hacer vida en horizontal.

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